4 DE JUNIO DE 2024
El complejo militar-industrial nos está matando a todos
POR DAVID VINE - THERESA (ISA) ARRIOLAFacebookGorjeoRedditCorreo electrónico
Necesitamos hablar sobre lo que hacen las bombas en la guerra. Las bombas destrozan la carne. Las bombas destrozan huesos. Las bombas desmembran. Las bombas hacen que el cerebro, los pulmones y otros órganos tiemblen tan violentamente que sangran, se rompen y dejan de funcionar. Las bombas hieren. Las bombas matan. Las bombas destruyen.
Las bombas también enriquecen a la gente.
Cuando una bomba explota, alguien se beneficia. Y cuando alguien se beneficia, las bombas cobran más víctimas invisibles. Cada dólar gastado en una bomba es un dólar que no se gasta en salvar una vida de una muerte evitable, un dólar que no se gasta en curar el cáncer, un dólar que no se gasta en educar a los niños. Por eso, hace tanto tiempo, el general retirado de cinco estrellas y presidente Dwight D. Eisenhower calificó con razón el gasto en bombas y todo lo militar como un “ robo ”.
El autor de ese robo es quizás la fuerza destructiva más ignorada del mundo. Pasa desapercibido detrás de tantos problemas importantes en los Estados Unidos y el mundo actual. Eisenhower advirtió a los estadounidenses sobre esto en su discurso de despedida de 1961 , llamándolo por primera vez “el complejo militar-industrial” o MIC.
Comencemos con el hecho de que, gracias a la capacidad del MIC para secuestrar el presupuesto federal, el gasto militar anual total es mucho mayor de lo que la mayoría de la gente cree: alrededor de 1.500.000.000.000 de dólares ( 1,5 billones de dólares ). Al contrario de lo que el MIC nos asusta haciéndonos creer, esa cifra incomprensiblemente grande es monstruosamente desproporcionada con las pocas amenazas militares que enfrenta Estados Unidos. Un billón y medio de dólares es aproximadamente el doble de lo que el Congreso gasta anualmente en todos los fines no militares combinados.
Llamar “robo” a esta transferencia masiva de riqueza no es una exageración, ya que se toma de necesidades apremiantes como acabar con el hambre y la falta de vivienda, ofrecer educación universitaria y preescolar gratuitas, brindar atención médica universal y construir una infraestructura de energía verde para salvarnos del cambio climático. cambiar. Prácticamente todos los problemas importantes abordados por los recursos federales podrían mejorarse o resolverse con fracciones del efectivo reclamado por el MIC. El dinero está ahí.
La mayor parte del dinero de nuestros contribuyentes es confiscada por un grupo relativamente pequeño de especuladores corporativos de la guerra liderados por las cinco mayores empresas que se benefician de la industria bélica: Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon (RTX), Boeing y General Dynamics. A medida que esas empresas se han beneficiado, el MIC ha sembrado una destrucción incomprensible a nivel mundial, manteniendo a Estados Unidos atrapado en guerras interminables que, desde 2001, han matado a unos 4,5 millones de personas, herido a decenas de millones más y desplazado al menos a 38 millones , según Proyecto Costos de la Guerra de la Universidad de Brown .
El dominio oculto del MIC sobre nuestras vidas debe terminar, lo que significa que debemos desmantelarlo. Esto puede parecer totalmente irreal, incluso fantástico. No lo es. Y, por cierto, estamos hablando de desmantelar el MIC, no el ejército en sí. (La mayoría de los miembros del ejército se encuentran, de hecho, entre las víctimas del MIC).
Si bien las ganancias han sido parte de la guerra durante mucho tiempo, el MIC es un fenómeno relativamente nuevo posterior a la Segunda Guerra Mundial que se formó gracias a una serie de decisiones tomadas a lo largo del tiempo. Como otros procesos, como otras opciones, pueden revertirse y el MIC puede desmantelarse.
La pregunta, por supuesto, es ¿cómo?
La aparición de un monstruo
Para afrontar lo que implicaría desmantelar el MIC, primero es necesario entender cómo nació y cómo luce hoy. Dado su sorprendente tamaño y complejidad, nosotros y un equipo de colegas creamos una serie de gráficos para ayudar a visualizar el MIC y el daño que inflige, que compartimos públicamente por primera vez.
El MIC nació después de la Segunda Guerra Mundial, como explicó Eisenhower , de la “conjunción de un inmenso establecimiento militar” (el Pentágono, las fuerzas armadas, agencias de inteligencia y otros) “y una gran industria armamentística”. Esas dos fuerzas, la militar y la industrial , se unieron con el Congreso para formar un impío “ Triángulo de Hierro ” o lo que algunos estudiosos creen que Eisenhower inicialmente llamó, y con mayor precisión, el complejo militar-industrial - congresional . Hasta el día de hoy, esos tres han seguido siendo el corazón del MIC, atrapados en un ciclo que se perpetúa a sí mismo de corrupción legalizada (que también presenta demasiadas ilegalidades).
El sistema básico funciona así: primero, el Congreso toma sumas exorbitantes de dinero de los contribuyentes estadounidenses cada año y se las entrega al Pentágono. En segundo lugar, el Pentágono, bajo la dirección del Congreso, entrega enormes cantidades de ese dinero a fabricantes de armas y otras corporaciones a través de contratos demasiado lucrativos, regalándoles decenas de miles de millones de dólares en ganancias. En tercer lugar, esos contratistas luego utilizan una parte de las ganancias para presionar al Congreso para obtener aún más contratos con el Pentágono, que el Congreso generalmente está encantado de otorgar, perpetuando un ciclo aparentemente interminable .
Pero el MIC es más complicado e insidioso que eso. En lo que es efectivamente un sistema de soborno legalizado, las donaciones de campaña ayudan regularmente a aumentar los presupuestos del Pentágono y garantizar la adjudicación de contratos aún más lucrativos, que a menudo benefician a un pequeño número de contratistas en un distrito o estado del Congreso. Estos contratistas exponen sus argumentos con la ayuda de un ejército virtual de más de 900 cabilderos con sede en Washington . Muchos de ellos son ex funcionarios del Pentágono , o ex miembros del Congreso o miembros del personal del Congreso, contratados a través de una “ puerta giratoria ” que aprovecha su capacidad para presionar a ex colegas. Estos contratistas también hacen donaciones a grupos de expertos y centros universitarios dispuestos a apoyar el aumento del gasto del Pentágono, los programas de armas y una política exterior hipermilitarizada. Los anuncios son otra forma de imponer programas armamentísticos a los funcionarios electos.
Estos fabricantes de armas también distribuyeron su fabricación entre tantos distritos del Congreso como sea posible, lo que permitió a senadores y representantes reclamar crédito por los empleos creados. Los empleos de PRM, a su vez, a menudo crean ciclos de dependencia en comunidades de bajos ingresos que tienen pocos otros motores económicos, comprando efectivamente el apoyo de los locales.
Por su parte, los contratistas practican regularmente el aumento abusivo de precios legalizado , cobrando de más a los contribuyentes por todo tipo de armas y equipos. En otros casos, el fraude de contratistas literalmente roba dinero de los contribuyentes. El Pentágono es la única agencia gubernamental que nunca ha pasado una auditoría (lo que significa que literalmente no puede realizar un seguimiento de su dinero y activos) y, sin embargo, recibe más del Congreso que cualquier otra agencia gubernamental combinada.
Como sistema, el MIC garantiza que el gasto del Pentágono y la política militar sean impulsados por la búsqueda de ganancias cada vez mayores por parte de los contratistas y los deseos de reelección de los miembros del Congreso, no por ninguna evaluación sobre cómo defender mejor el país. Como era de esperar , el ejército resultante es de mala calidad , especialmente teniendo en cuenta el dinero gastado. Los estadounidenses deberían rezar para que nunca tengan que defender a Estados Unidos.
Ninguna otra industria –ni siquiera las grandes farmacéuticas o las grandes petroleras– puede igualar el poder del MIC a la hora de dar forma a la política nacional y dominar el gasto. De hecho, el gasto militar es ahora mayor (ajustando por inflación) que en el punto álgido de las guerras en Vietnam, Afganistán o Irak, o, de hecho, en cualquier momento desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la ausencia de una amenaza que justifique remotamente dicho gasto. Muchos ahora se dan cuenta de que el principal beneficiario de más de 22 años de interminables guerras estadounidenses en este siglo ha sido la parte industrial del MIC, que ha ganado cientos de miles de millones de dólares desde 2001. “¿Quién ganó en Afganistán? Contratistas privados” fue el titular muy acertado del Wall Street Journal en 2021.
Guerras sin fin, muerte sin fin, destrucción sin fin
"Afganistán" en ese titular podría haber sido reemplazado por Corea, Vietnam o Irak, entre otras guerras estadounidenses aparentemente interminables desde la Segunda Guerra Mundial. Que el MIC se haya beneficiado de ellos no es una coincidencia. Ha ayudado a llevar al país a conflictos en países que van desde Corea, Vietnam, Camboya y Laos, hasta El Salvador, Guatemala, Panamá y Granada, pasando por Afganistán, Libia, Somalia y muchos otros.
Las muertes y heridos a causa de esas guerras han llegado a decenas de millones. El número estimado de muertes en las guerras posteriores al 11 de septiembre en Afganistán, Irak, Pakistán, Siria y Yemen es inquietantemente similar al de las guerras en Vietnam, Laos y Camboya: 4,5 millones.
Las cifras son tan grandes que pueden resultar adormecedoras. El poeta irlandés Pádraig Ó Tuama nos ayuda a recordar que debemos centrarnos en:
una vida
una vida
una vida
una vida
una vida
porque cada vez
es la primera vez que se quita
esa vida .
El costo ambiental
El daño del MIC se extiende a daños ambientales a menudo irreparables , que implican el envenenamiento de los ecosistemas, la devastadora pérdida de biodiversidad y la huella de carbono del ejército estadounidense , que es mayor que la de cualquier otra organización en la tierra. En la guerra o en el entrenamiento diario, el MIC literalmente ha alimentado el calentamiento global y el cambio climático mediante la quema de combustibles para operar bases, operar vehículos y producir armamento.
Los costos humanos y ambientales del MIC son particularmente invisibles fuera de los Estados Unidos continentales. En los territorios estadounidenses y otras “zonas grises” políticas, las inversiones en infraestructura y tecnologías militares dependen en parte de la ciudadanía de segunda clase de las comunidades indígenas, que a menudo dependen del ejército para su sustento.
Guerras interminables en casa
Así como el MIC ha impulsado guerras en el extranjero, también ha impulsado la militarización en el interior. ¿Por qué, por ejemplo, las fuerzas policiales nacionales se han militarizado tanto? Al menos parte de la respuesta: desde 1990, el Congreso ha permitido que el Pentágono transfiera su “exceso” de armamento y equipo (incluidos tanques y drones) a agencias policiales locales. Estas transferencias permiten convenientemente que el Pentágono y sus contratistas soliciten al Congreso compras de reemplazo, alimentando aún más el MIC.
En busca de nuevas ganancias en nuevos mercados, los contratistas también han vendido cada vez más sus productos militares directamente a los equipos SWAT y otras fuerzas policiales, patrullas fronterizas y sistemas penitenciarios. Los políticos y las corporaciones han invertido miles de millones de dólares en la militarización fronteriza y el encarcelamiento masivo, contribuyendo a impulsar el surgimiento del lucrativo “ complejo industrial fronterizo ” y el “ complejo industrial penitenciario ”, respectivamente. La militarización interna ha dañado desproporcionadamente a las comunidades negras , latinas e indígenas .
Una amenaza existencial
Algunos defenderán el complejo militar-industrial insistiendo en que necesitamos sus empleos; algunos afirman que mantiene vivos a los ucranianos y protege al resto de Europa de la Rusia de Vladimir Putin; algunos advirtiendo sobre China. Cada uno de esos argumentos es un ejemplo del grado en que el poder del MIC depende de fabricar sistemáticamente miedo, amenazas y crisis que ayudan a enriquecer a los comerciantes de armas y a otros en el MIC impulsando cada vez más gasto militar y guerra (a pesar de un récord casi ininterrumpido de fracaso catastrófico cuando se trata de casi todos los conflictos estadounidenses desde la Segunda Guerra Mundial).
El argumento de que se deben mantener los niveles actuales de gasto militar para “los empleos” debería ser ridículo. Ningún ejército debería ser un programa de empleo. Si bien el país necesita programas de empleo, el gasto militar ha demostrado ser un pobre creador de empleos o un motor de crecimiento económico. Las investigaciones muestran que crea muchos menos empleos que inversiones comparables en atención médica, educación o infraestructura.
El armamento estadounidense ha ayudado a la autodefensa ucraniana, aunque los fabricantes de armas son todo menos altruistas. Si realmente se preocuparan por los ucranianos, habrían renunciado a cualquier beneficio, dejando más dinero para la ayuda humanitaria a ese país. En cambio, han utilizado esa guerra, al igual que la guerra genocida de Israel contra Gaza y las crecientes tensiones en el Pacífico, para inflar cínicamente sus ganancias y los precios de sus acciones dramáticamente.
Descartemos el alarmismo y debería quedar claro que el ejército ruso ha demostrado su debilidad, su incapacidad para conquistar decisivamente territorio cerca de sus propias fronteras, y mucho menos marchar hacia Europa. De hecho, tanto el ejército ruso como el chino no representan ninguna amenaza militar convencional para Estados Unidos. El presupuesto anual del ejército ruso es una décima parte o menos que el de Estados Unidos. El presupuesto militar de China es entre un tercio y la mitad de su tamaño. Las disparidades son mucho mayores si se combina el presupuesto militar estadounidense con el de sus aliados asiáticos y de la OTAN.
A pesar de esto, los miembros del MIC alientan cada vez más confrontaciones directas con Rusia y China, ayudados por la guerra de Putin y las propias provocaciones de China. En el “Indo-Pacífico” (como lo llaman los militares), el MIC continúa sacando provecho mientras el Pentágono construye bases y fuerzas que rodean a China en Australia, Guam , los Estados Federados de Micronesia, Japón, las Islas Marshall, el Islas Marianas del Norte, Palaos, Papúa Nueva Guinea y Filipinas .
Esas medidas y una intensificación similar en Europa sólo están alentando a China y Rusia a fortalecer sus propios ejércitos. (Imagínese cómo responderían los políticos estadounidenses si China o Rusia construyeran una base militar única en cualquier lugar cerca de las fronteras de este país). Si bien todo esto es cada vez más rentable para el MIC, está aumentando el riesgo de un choque militar que podría convertirse en una espiral. en una guerra nuclear que podría poner fin a las especies entre Estados Unidos y China, Rusia o ambos.
La urgencia del desmantelamiento
La urgencia de desmantelar el complejo militar-industrial debe quedar clara. El futuro de la especie y del planeta depende de ello.
La forma más obvia de debilitar al MIC sería privarlo de su elemento vital: nuestros impuestos. Pocos se dieron cuenta de que, después de dejar el cargo, el exjefe del Pentágono de la era Trump, Christopher Miller, pidió reducir el presupuesto del Pentágono a la mitad. Sí, a la mitad.
Incluso un recorte del 30% (como ocurrió muy brevemente después del fin de la Guerra Fría en 1991) liberaría cientos de miles de millones de dólares al año. Imagínese cómo esas sumas podrían construir vidas más seguras y saludables en este país, incluida una transición económica justa para cualquier personal militar y contratistas que pierdan sus empleos. Y fíjese, ese presupuesto militar seguiría siendo significativamente mayor que el de China, o el de Rusia, Irán y Corea del Norte juntos.
Por supuesto, incluso pensar en recortar el presupuesto del Pentágono es difícil porque el MIC ha capturado a ambos partidos políticos, lo que prácticamente garantiza un gasto militar en constante aumento. Lo que nos lleva de nuevo al enigma de cómo desmantelar el MIC como sistema.
En resumen, estamos trabajando en las respuestas. Con el grupo diverso de expertos que ayudaron a producir los gráficos de este artículo, estamos explorando, entre otras ideas , campañas de desinversión y demandas; prohibir la especulación con la guerra; regular o nacionalizar los fabricantes de armas; y convertir partes del ejército en una fuerza desarmada de ayuda en casos de desastre, salud pública e infraestructura.
Aunque muchos de nosotros seguiremos creyendo que desmantelar el MIC no es realista, dadas las amenazas que enfrentamos, es hora de pensar lo más audazmente posible sobre cómo hacer retroceder su poder, resistir la noción inventada de que la guerra es inevitable y construir el mundo que queremos ver. Así como los movimientos del pasado redujeron el poder de las grandes tabacaleras y los barones del ferrocarril, así como algunos ahora se están enfrentando a las grandes farmacéuticas, las grandes tecnológicas y el complejo penitenciario-industrial, debemos enfrentarnos al MIC para construir un mundo centrado en hacer humanos. una vida rica (en todos los sentidos) en lugar de una centrada en bombas y otras armas que aportan riqueza a unos pocos elegidos que se benefician de la muerte.
